Sobre objetivos y autocontrol. 2ª parte

Bueno, vamos al lío. El otro día me comprometí a escribir otra entrada sobre modificación de conducta (aquí está la primera parte) y aunque me de perezón me he sentado delante del ordenador y que sea lo que Gandalf quiera. Hoy en lugar de Dan Mangan estaba escuchando canciones de San Remo pero he cambiado de música porque no me concentro con Eurovision de fondo. ¿Qué suena ahora? ¡Schubert! Lo recomendó el otro día James Rodhes en Twitter y la verdad es que sus composiciones son muy adecuadas para relajarse y poder teclear sin distracciones. ¿Qué más cosas me están ayudando a escribir sin ganas? De nuevo una  recomendación sacada de Twitter: la app Forest que mencionó Gabriella Literaria. Esta aplicación te bloquea el móvil durante 25 minutos y durante ese tiempo va creciendo un arbolito virtual en tu pantalla. Además, si no te apetece escuchar a Shubert la app Forest también tiene sonidos de ambiente con un toque zen muy adecuado para mindfulnear un rato. ¿No puedes aguantar la tentación y quieres meterte en Whatsapp? Te saldrá un mensaje preguntándote si quieres matar tu árbol. ¿Va a ser tan cruel? ¡Resiste!

Como veréis he empezado el post divagando más de la cuenta pero ha sido aposta y tiene que ver con la temática de la que quiero hablar.

  1. No me apetece escribir pero sé que tengo que hacerlo porque es un compromiso que he adquirido conmigo mismo (motivación interna) y también con vosotros (refuerzo social, motivación externa). Cuando diseñé los propósitos para este año uno de ellos era «escribir en el blog al menos una vez al mes» y es algo que elegí porque tiene implicaciones personales y emocionales que, por diversos factores, son importantes para mí. Cuando te planteas un objetivo es fundamental que tenga un significado especial para ti para que la determinación para cumplirlo sea genuina.
  2. Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando» sentenciaba Picasso y es algo sobre lo que reflexionar. A mí me encanta escribir pero planificar, documentarse, sentarse a ello, renunciar a otras actividades que reportan satisfacción inmediata sin esfuerzo…eso ya es otra historia. ¡Ay, si yo tuviera que esperar a tener ganas para ponerme a escribir! Esto sería un bloc de notas en BLANCO literalmente. Así que acostúmbrate a iniciar las actividades asociadas a tus objetivos incluso aunque tu plan ideal de ese momento sea despatarrarte en el sofá.
  3. Una vez inicies la actividad asegúrate de que te lo has puesto fácil. ¿Cómo? Eliminando distracciones. ¿El móvil te distrae? Usa Forest o cualquier aplicación que te ayude a restringir su uso. También puedes sencillamente dejar el móvil en la otra punta de la casa. Yo prefiero Forest porque la tontería de ver los árboles virtuales que he plantado en mi bosque de la concentración me sirve de refuerzo. Pero todo vale si te resulta útil.
  4. No tengas en cuenta sólo lo que «resta» sino también lo que «suma». ¿La música te ayuda a meterte en situación? Elige una banda sonora acorde a tu objetivo. Ya sea Schubert, San Remo o Metallica la idea es que barras de tu alcance todo lo que vaya a ser un obstáculo y añadas todo lo que vaya a ser un catalizador. El cambio está en ti pero también en tu entorno porque tú eres tú y tus circunstancias (Ortega y Gasset dixit) Así que saca tu Marie Kondo interior y quita de en medio todo lo que no juegue a tu favor.

El antes y el durante de nuestro objetivo

La base de todo este proceso es que el punto de partida sea la voluntad de ser mejor persona. Una vez que sepas lo que quieres conseguir (tell me what you want, what you really, really want) toca ponerse a ello. Debido a años de propósitos de año nuevo sin cumplir recomendaría escoger sólo una cosa. Es mejor trabajar un único objetivo al año que tener 4 en la lista, agobiarnos y no conseguir más que buenas intenciones intangibles. «El que mucho abarca, poco aprieta» y otras perlas de la sabiduría popular saben de lo que hablan. Así que ponle sentido común y se realista. Primero una cosa y cuando la domines, coges otra.

¿Ya tienes tu objetivo? ¿Qué hacer ahora?

Recuerda enunciarlo de forma que las tareas sean fácilmente identificables. Por ejemplo, «aprobar el curso» no sirve porque no es algo traducible a acciones concretas. «Estudiar 2 horas al día» es algo que depende de ti y cuya ejecución es comprobable. Es algo que escribes en tu agenda y miras con orgullo. ¡Esta semana lo he vuelto a lograr! Aunque el telón de fondo sea aprobar un examen, una oposición, un curso de inglés o lo que sea, la clave es que lo conviertas en una actividad medible. Sé que me estoy repitiendo porque de esto ya hablé en el primer post, pero es que es tan importante que quería recalcarlo una vez más.

Siguiendo con el ejemplo de «estudiar 2 horas al día» y tirando otra vez de frases populares, es mejor «prevenir que curar«. Anticípate a las tentaciones y prepara previamente el rincón donde vayas a estudiar para erradicar distracciones potenciales. ¿Imposible encontrar un remanso de paz a domicilio porque vives con tus padres, tu abuela, tus titos, 10 perros, la tele a todo volumen y los vecinos de arriba tirando tabiques 24/7? En ese caso busca alguna sala de estudio, biblioteca o similar donde haya silencio y un ambiente más propicio al estudio.

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Photo by Andrej Lišakov on Unsplash

Además del lugar hay que tener en cuenta las tentaciones y el horario. 

  • Tentaciones sociales: ¿Quieres dejar de fumar y tus amigas fuman como en una novela Noir? ¡Cambia de amigas!XD Bueno, no hay que pasarse (a no ser que tu círculo potencie comportamientos extremadamente nocivos para tu salud) pero el impacto que la dimensión social tiene en nuestros hábitos es innegable. Si quieres estudiar y sabes que si quedas con tu mejor amigo vais a estar todo el rato de cachondeo, evítalo durante las horas de estudio. De hecho, lo ideal sería rodearte de personas que te ayuden e inspiren a conseguir tus metas.
  • Tentaciones contextuales: ¿Quieres «comer 3 piezas de fruta al día»? Muy bien. ¡Llena el frigorífico de fruta! Vacía la despensa de bolleria industrial, patatas fritas y picoteo. En su lugar deja fruta visible y accesible en la cocina. ¿Te gusta la fruta pero odias cortarla? Cómprala ya cortada en la frutería de tu barrio. A mí, por ejemplo, me flipan las granadas pero no tengo paciencia para ponerme a desgranarlas; encontré una frutería donde las venden listas para consumir y…¡tachán! ¡Problema solucionado!
  • Horario: Busca el momento del día en el que sea más probable desarrollar tu objetivo. ¿ Os suena el chiste «No tengo ganas de estudiar ahora, pondré el despertador a las 6 de la mañana y repaso todo antes del examen»? Es hilarante e irreal. No te lo cuentes a ti mismo. E igual con otras situaciones. ¿Quieres salir a correr? Encuentra el momento que mejor se adapta a tu horario cotidiano y en el que consideres que vas a rendir más. Por ejemplo, a mí hubo una temporada que me dio por poner el despertador para hacer pesas a primera hora antes de ir al curro. La gente que no tiene problemas para madrugar es maravillosa y digna de admiración y respeto. Yo soy un desastre para eso y lo sé. Después de meses de intentos infructuosos en los que conseguía de chiripa ir 4 veces al mes (shame on me) decidí cambiar de táctica. Empecé a ir en el descanso del curro y funcionó como por arte de magia. Un simple cambio en la elección de horario que me embarcó en un año entero de entrenamiento frecuente.
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Photo by Nathalie Désirée Mottet on Unsplash

Mantener la motivación es otra de las claves para que no se quede todo en un montón de buenas intenciones. ¿Consejos para no perder el fuego interior? ¡Echar leña!

  • Llena la casa, el móvil y tu ecosistema en general de señales y pistas que te refresquen la memoria. ¿Por qué quieres lograr dicho objetivo? Si quieres sacarte el C1 para conseguir un curro en Londres (mala época) decora el escritorio con postales londinenses, pon una imagen del Big Ben de fondo de pantalla, lee una novela ambientada allí, escucha un podcast sobre la vida en la ciudad.
  • Coméntale a tu familia o a tus amigos que te has propuesto lograr tal meta y que te gustaría que te echasen un ojo en el proceso. Las palmaditas en la espalda son un refuerzo muy potente, al igual que los elogios y las felicitaciones de los amigos cuando ven que has compartido tus 3 sesiones de running con Runstactic en redes sociales. Porque las redes también pueden ser efectivas para buscar cómplices en tu misión de cambio. ¿Cómo? Ya sea buscando una figura que te valga como modelo a seguir (un influencer de esos) o para hablar con gente inmersa en un proceso de cambio similar al nuestro.
  • En momentos de bajón a mí me funciona ponerme algún video motivacional de los miles que existen en Youtube. Las charlas de Will Smith suelen funcionar muy bien como chute de adrenalina o ciertas escenas de películas famosas que sacan tu guerrero interior. Esta charla de Rocky a su hijo es un golpe certero en el botón de la voluntad.
  • La música calma a las fieras. Pero también las espolea. Por eso seguro que hay canciones que te pueden acompañar y ayudarte a seguir en el camino correcto. ¿Alguna recomendación? A mí me encanta «Here Comes The King» de Xray Dog porque es un tema que me da un chute de motivación muy épico.
  • ¿Estás comiendo super sano pero, no sabes cómo, has acabado comiéndote un kilo de palmeras de chocolate? ¡No pasa nada! Dentro de toda lucha hay momentos de flaqueza. Céntrate en todas las veces que sí has cumplido con tus tareas y tómatelo como un bache en el camino, analiza por qué ha sucedido y si hay algo que puedas modificar para evitar que suceda la próxima vez (Por ejemplo, no tener un kilo de palmeras de chocolate en la cocina, evitar ir a esa cafetería que expone sus dulces de forma tan atractiva e irresistible, no quedar con tu amiga adicta al chocolate para tomar café y reubicar la quedada en un sitio con menos tentaciones, etc). Es muy importante que cuando recaigas vuelvas a recordar el porqué de tu objetivo y que visualices los beneficios que obtendrás al traspasar la ansiada línea de meta . Si tienes claro el porqué es más fácil buscar el cómo.
  • Las recompensas son necesarias. Normalmente los objetivos que merecen la pena requieren meses de esfuerzo antes de notar resultados, en contraste con las actividades saboteadoras que aportan gratificación inmediata (la diversión que recibes al ver una serie en la tele es instantánea frente al esfuerzo de salir a correr media hora sin recibir nada apreciable). Mayoritariamente deberás acumular muchas sesiones de actividad para conseguir que tu ansiado objetivo se vuelva visible, por lo que es fundamental que refuerces tu comportamiento proactivo con frecuencia. ¿Alguna idea que se me ocurra? Observa tu registro de conducta repleto de Xs, concédete un premio todas las semanas por el trabajo bien hecho, incluye variaciones en tu plan para romper la rutina o queda con alguien y cuéntale lo que estás consiguiendo.

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    Photo by Rémi Walle on Unsplash

Bueno, me parece que lo voy a ir dejando aquí porque, a grandes rasgos, ya he expresado lo que pretendía con esta entrada sobre la motivación, los objetivos y el autocontrol. De todos modos, si hay algo que te gustaría preguntar, adelante. Y si tienes alguna idea o sugerencia que añadir, me encantaría leerte:)

¡Gracias por estar ahí! Un saludo y que la fuerza os acompañe.

Sobre objetivos y autocontrol

Resulta que yo, como todo el mundo, solía tener una preciosa y eficiente vesícula. La función de este órgano es acumular y liberar bilis para hacer más fácil la digestión de las grasas. ¡¡Grasas!! Tan suculentas y deliciosas. Durante años he disfrutado zampando queso, huevos fritos, chocolate, frutos secos y muchos otros alimentos maravillosos que me hacían salivar de gula y anticipación. Pero claro, creo que fue Woody Allen quien dijo «si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes«. Y acertó. Yo que tenía grasientas obsesiones culinarias estoy haciendo desternillarse a todo el panteón de dioses existentes. Mi vesícula ha pasado a la historia y ahora me veo obligado a hacer un cambio radical en mi dieta.

Esta situación ha traído a mi memoria la utilidad de tener nociones básicas en modificación de conducta y autocontrol. Toda ayuda es poca para una vida sin chocolate (en realidad es sólo durante un par de meses, pero ¿qué sería la vida sin un poco de drama?) y, por eso, se me ha antojado escribir una entrada sobre los pasos fundamentales para integrar (o eliminar) hábitos en nuestro día a día. Como es un tema extenso lo voy a dosificar en varias entradas. En esta primera me centro en la base de cualquier plan: los objetivos que queremos conseguir.

Define tu objetivo

Lo primero es marcarse objetivos y para ello tenemos que exponerlos de la forma más específica y concreta posible. «Comer más sano» es muy difuso y, aunque valdría para una primera aproximación, a la hora de implementar un nuevo hábito tenemos que saber a qué atenernos. Si un domingo nos entra la típica epifanía de necesitar cambiar de vida, es natural que se materialice en algo tipo «a partir de mañana voy a empezar a comer sano». ¡Muy bien! Como dice el Lao-Tse «un viaje de mil millas comienza con un solo paso« y ese objetivo borroso es un buen primer paso. ¿Es también el último paso? No, Homer, no. Un objetivo difuso necesita ser pulido en uno concreto para poder ser útil.

Por eso, cambiar «comer más sano» por «seguir una dieta sin grasas ni fritos durante dos meses» da menos lugar a confusión sobre lo que se espera de nosotros. Es muy importante que redactemos nuestros objetivos de forma que el comportamiento (o hábito) que queremos reforzar sea fácilmente identificable.

Lo ideal sería que nuestros objetivos surgieran de nuestra propia inquietud personal de llevar una vida más saludable pero cuando te los impone una cirujana tienen un punto de contundencia difícil de igualar.

Ejemplos de objetivos imprecisos vs objetivos concretos

Escribir más vs Escribir una entrada en el blog una vez a la semana

Comer más fruta vs Comer una pieza de fruta en el desayuno y otra en la cena

Mejorar mi vida social vs Quedar con amigos para tomar café los viernes

Hacer más ejercicio vs Ir andando al trabajo 3 días en semana

En definitiva, cualquier objetivo que nos planteemos debe estar redactado de forma que sea un comportamiento que podamos registrar en una tabla y marcar con una cruz de «hecho». Un objetivo con un enunciado tan claro y conciso que incluso un observador externo pudiera identificar. ¿Cómo sabe alguien si has «escrito más»? ¿Más en referencia a qué? ¿A lo que escribiste el año pasado? ¿Más que Laura Gallego? ¿Más que tu vecino del 4º? Cuando sepas que esperas de ti será más sencillo adaptar tu mundo para que ese comportamiento se produzca y, por supuesto, saber si lo estás logrando. Por eso mismo, la frase motivadora «quien hace todo lo posible no está obligado a más» es un poco engañosa. ¿Qué es «todo lo posible»? ¿Cómo sabemos si estamos haciendo «todo lo posible»? ¡No os dejéis liar con frases de taza de desayuno ñoña! Sabed lo qué buscáis y de ese modo sabréis cuando lo habéis encontrado.

¿Cómo saber qué objetivos buscar?

Esto es muy subjetivo y personal. Pero a veces basta con ser sincero con uno mismo y analizar la vida que llevamos. ¿Eres feliz? ¿Qué te gustaría cambiar? Si te imaginas tu vida en unos años, ¿te gustaría que todo siguiera igual que ahora? ¿Vida social? ¿Salud? ¿Amor? ¿Crecimiento personal? ¿Progreso? Lo que necesitamos las personas para sentirnos satisfechas se matiza en los detalles pero creo que a grandes rasgos existen similitudes que podrían agruparse en dos grandes esferas:

  • ser feliz con uno mismo
  • ser feliz con los demás

Lo que me hace feliz puede diferir (o no) de tu concepto de la felicidad. ¿Cómo se manifiesta tu felicidad? Muchas veces es difícil encontrarnos a nosotros mismos en rutinas impuestas por mezquinos factores externos pero se trata de un combate en el que nunca debemos tirar la toalla. Por eso, coge esos «ser feliz con uno mismo» y «ser feliz con los demás» y analízalos, reflexiónalos, exprímelos, averigua de qué están hechos y, por último,desmenúzalos en objetivos específicos y medibles.

Eso es todo por hoy. Y ahora que he escrito un poquito sobre los objetivos, en próximas entradas me gustaría escribir sobre:

  • ¿Cómo elaborar un plan?
  • ¿Cómo enfrentarse a las recaídas?
  • ¿Cómo mantenerlo en el tiempo?

Es un tema que me interesa mucho, así que si conocéis lecturas, charlas o cualquier tipo de recurso para aprender más cosillas, os agradezco que dejéis un comentario al respecto.

Por mi parte, como recomendación, si queréis profundizar en el tema os dejo esta charla de la psicóloga Kelly McGonigal sobre la fuerza de voluntad. Y hay un libro muy completo al que seguro que le sacaríais mucha miga. Se trata de «Modificación de conducta (qué es y cómo aplicarla)«de Martin y Pear (2007) publicado por Pearson con traducción de Laura Vivas Fernández y Aurora Suengas Goenechea.


Y no tiene nada que ver con el tema, pero estaba escribiendo esta entrada escuchando de fondo a un artista que descubrí hace poco y…¡qué maravilla! Si os apetece música de tranquileo, Dan Mangan es un genio. El pobre tiene un nombre con unas vibraciones electrolatinas que nada tienen que ver con su estilo. Probad con su canción «Lay low» para ver si os gusta. ¡De nada!;P

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